En
Carmilla, el tono erótico posee una carga sexual, que se describe de
una manera muy sutil, donde nos muestra que la no muerta está
encadenada a una pasión prohibida, de la misma manera que está
prohibido el deseo hacia la sangre. El relato, además de estar
ambientado como si fuera un testimonio personal, que ha vivido el
protagonista, tiene varios elementos que provienen del folclore más
popular, como son los amuletos contra los vampiros, el horario de la
noche o la estaca, que se usa para terminar con su existencia. Un
punto nuevo, que se ha introducido en el relato y que, en algunos
casos, será usado en el género del cine, es que Carmilla está
obligada a usar su nombre, con todas y cada una de sus letras, aunque
tenga que cambiarlo, para poder ocultar su verdadera identidad. Así,
nos encontramos que se hace llamar Carmilla, Millarca o Mircalla,
según le convenga.
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