jueves, 10 de mayo de 2012

Vampiro y literatura (VIII)



Cuando Christabel salió al mercado, surgieron una serie de dudas, en los medios especializados en la literatura, como son: ¿De qué trata la novela? ¿Cuál es la idea que quiere dar el escritor? ¿Lady Geraldine es un vampiro o una hechicera? ¿Puede ser un hombre, en realidad? ¿Qué es eso: ella, él o eso? La trama, donde nos encontramos con sugerencias del lesbianismo y del incesto dejó, ante todo, una gran y profunda huella en la literatura inglesa, del siglo XIX, como se pudo ver en “Camilla” de Joseph Sheridan Le Fanu. La gran influencia de Coleridge sobre la narrativa de vampiros, se hizo sentir, también, en la famosa “Rima del viejo marinero”, que estaba incluida en el libro Baladas líricas, que fue editado junto a William Wordsworth y Robert Southey, de la que se ha llegado a decir que Bram Stoker se llegó a inspirar, para contar el viaje en barco que realizó Drácula, desde Turquía hasta llegar a la costra de Inglaterra.
También, hay que mencionar a Robert Southey, que compuso su increíble y monumental poema épico Thalaba el Destructor, a posteriori del Coleridge (1797- 1800), lo llegó a publicar antes. Oneiza, la amada de Thalaba, el protagonista, estaba muerta, se convierte en una vampira, aunque, dentro de la trama de la historia, es un tema secundario. Southey llega a contar cómo el héroe llega a entrar en la bóveda de su esposa Oneiza, a lo largo de una medianoche de tormenta, mientras iba acompañado de su suegro.
Foto: fuente


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