jueves, 10 de mayo de 2012

Vampiro y literatura (XIII)



Charles Nodier había vivido, durante una etapa de su vida, en Liubliana, que era la capital de las Provincias Ilíricas (que, hoy en día, es Eslovenia), donde había logrado conocer varias leyendas de las tierras eslavas. Cuando volvió a París, tras la caída del histórico Napoleón Bonaparte, decidió ocuparse a la difusión de las mismas, gracias a un pequeño volumen, que tituló “Infernaliana”, en el año 1822. Y, es que la moda de los vampiros, en tierras francesas, debe mucho a la Disertación, que realizó el abad Calmet, un ensayo que trataba los rumores, sobre los vampiros y los muertos vivientes, de Europa Central y Oriental, que se publicó en el año 1746. Prosper Mérimée, en el año 1827, llega a publicar La Guzla, un volumen donde recopila múltiples leyendas, con un capítulo especial sobre el vampirismo. Théophile Gautier logra describir en La muerta enamorada (1836), a la mujer vampiro viéndola como una mujer fatal, un elemento que se repite en varios poemas y escritos, a posteriori. Otro autor, que decidió unir a la moda, que existía en Europa, sobre este género literario, es Alexandre Dumas padre, que apuesta por él, en el célebre estreno del Vampiro de Nodier y Carmouce en el Théâtre de la Porte Saint- Martin, en el año 1820. Dumas padre, en el año 1849, llegó a publicar La dama pálida, donde llega a describir un castillo, que se encuentra en los montes Cárpatos, donde vivía un vampiro, en medio de una historia novelesca, que, en distintas reimpresiones, fue perdiendo fragmentos.
Foto: fuente

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