En
Thalaba el Destructor, de Robert Southey, en un resplandor de azufre
ve como se levanta la difunda de su sarcófago, con una descripción
bastante característica, como fue con: las mejillas lívidas, los
labios azules y un terrible brillo en la mirada. Aunque tiene un
anillo mágico, que le va a dar poderes sobre los muertos, Thalaba
está a punto de caer en su hechizo, cuando el padre de la joven
logra atravesar el “cadáver del vampiro” con la ayuda de una
lanza. Según dice el propio Southey en su edición anotada, de su
famoso poema, la escena está inspirada en “Viaje al Levante” de
Tournefort y en el conocido caso del vampiro Arnold Paole, que se
referido por el abate Calmet.
Pero,
la idea del vampiro, en la literatura, llegaría hasta el siglo XIX,
ya que, durante el cambio de siglo, se siguen publicando baladas, del
estilo gótico, donde se usaba la figura del vampiro. Lord Byron, en
su famoso poema, “El Giaour, fragmento de un cuento turco (1813)”,
se trata al vampiro como una figura trágica, que está condenado a
beber sangre y a destruir la vida de las personas que quiere. Es
posible que estuviera basado en un poema, que había sido publicado,
antes, por Robert Southey:
“But
first, on earth as vampire sent, / Thy corse shall from its tomb be
rent: /Then ghastly haunt thy native place, / and suck the blood of
all thy race;/
There
from my daughter, sister, wife,/ At midnight drain the stream of
life; / Yet loathe the banquet which perforce/ must feed thy livid
living corse;/ Thy victims ere they yet expire/ Shall know the demon
for their sire, / as cursing thee, thou cursing them, / thy flowers
are withered on the stem.
Foto:
fuente
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