viernes, 18 de mayo de 2012

El vampiro en la tradición rumana


Dentro del folclore rumano, los vampiros podían ser, tanto moroi (término que proviene de una palabra eslava, mare o mara, que se refiere a los espíritus que eran los causantes de las “pesadillas”), como strigoi, que se refiere, este último ha si está vivo o muerto. Los strigoi vivos eran brujas, que podrían vivir con dos corazones o dos almas, a ves ambos, con la capacidad de poder enviar sus almas por la noche, para poder reunirse con otros strigoi y podían consumir la sangre de animales y vecinos. Por otro lado, los strigoi, que estaban muertos, eran cadáveres, que eran reanimados, que succionaban la sangre de sus víctimas y atacaban a sus antiguos familiares. Los strigoi se van a convertir en no muertos, tras haber muerto, pero, también, nos encontramos que hay otras maneras por las que una persona, normal, podría convertirse en vampiro. Por ejemplo, niños que nacieran con el saco amniótico cubriéndoles la cabeza, un pezón de más, cola o con una gran cantidad de pelo, en estos casos, estaban condenados a convertirse en vampiros. Este destino, igualmente, se va a aplicar al séptimo hijo de cualquier tipo de familia, si todos los hermanos anteriores tenían el mismo sexo, así como alguien nacido muy pronto o alguien cuya madre se había cruzado con un gato negro.
Foto: fuente 

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