viernes, 11 de mayo de 2012

Vampiro y literatura (XV)



En el romanticismo alemán, por otro lado, también nos encontramos con la figura del vampiro, que viene representado en el famoso relato de E.T.A. Hoffmann, que se titula Vampirismo (1819), que se incluyo en una antología y Deja a los muertos en paz (1823) de Ernst Salomo Raupach. Ludwig Ritter, también, tiene su propia obra, El vampiro o La novia muerta, que está basado en la adaptación de Charles Nodier de El vampiro de Polidori. En el año 1884, Karl Heinrich Ulrichs escribe su obra, Manor, en la que, por primera vez, el vampirismo se crea como una metáfora, de manera directa, de la homosexualidad masculina, por primera vez en la literatura.
La idea de la mujer amanta muerta se extiende, por otro lado, por los Estados unidos, a lo largo del siglo XIX. El relato más antiguo, que se conoce, es Berenice de Edgar Allan Poe (escrito en el año 1835). En El Misterio de Ken (1883) Julian Hawthorne va a trasladar la leyenda del vampiro, a las tierras de Irlanda, eso sí, asociándolo con el mito de La Llorona, una leyenda muy conocida en México y en la zona sur de los Estados Unidos. Francis Marion Crawford usa el tema de la novia muerta en Italia, ya que vincula al vampiro con la idea de una sustancia, que es maldita, sin contornos y que no se puede apreciar. Vamos, que hay vampiros para todos los gustos y colores, a lo largo de la literatura.
Foto: fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario