Con
el fin de poder conjurar la amenaza de los vampiros y la enfermedad,
uno de los métodos que se empleaba era que dos hermanos gemelos
dirigieran una yunta de bueyes con arado y que hicieran un surco, con
la misma, alrededor de dicho pueblo. Otra tradición popular dice que
se debe romper un huevo y clavarse un clavo en el suelo de la casa de
una persona, que ha fallecido, hace muy poco. Por otro lado, dos o
tres mujeres ancianas debían internarse, por la noche, en el
cementerio, tras tener lugar el funeral y clavar cinco espinas o
cinco cuchillos antiguos en dicha tumba: una en el lugar donde se va
a colocar el pecho del cadáver y los otros cuatro en las posiciones
de los brazos y las piernas. Otros textos, por su parte, explican la
costumbre de poder subir una colina, hacia atrás, con una vela que
debe ir encendida y un tortura, para poder evitar a los vampiros. De
manera alternativa, se podía rodear la tumba, con la ayuda de un
hilo de color rojo, que sea de lana, que, tras haberse prendido, debe
quemarse al completo. Si se escuchaba un ruido, a lo largo de la
noche y se sospechaba que un vampiro estaba acechando, de manera
furtiva, la casa de una persona, se debe gritar “Ven mañana, y te
daré un poco de sal” o “Vamos, amigo, consigue algunos peces, y
vuelve” para poder hacer huir al vampiro.
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