Para
ser sinceros, la tradición de los vampiros, como se relata en la
novela, no tiene nada que ver con la que existe en Transilvania, sino
que se parece más a la que se considera en países como Hungría,
Moldavia, Serbia o en los países eslavos. El vampiro es conocido en
“todos los lugares en que ha existido el hombre”, le hace decir
Bram Stoker a su popular personaje, al médico Van Helsing, un médico
que está especializado en enfermedades de tipo oscuro. «Ha
seguido el rastro del berserker islandés,
del huno(engendrado
por el diablo),
del eslavo,
del sajón,
del magiar».
En las primeras páginas de esta popular novela, Stoker llega a
insinuar la seducción del vampiro, de una manera horrorosa. Estamos
ante un castillo, que es decadente, que vive rodeado de un paisaje
invernal y muy solitario, un hombre muy cultivado, aristocrático y
que produce terror, que acaba de franquear la entrada a un joven
inglés, que no sabe dónde se está metiendo, con una frase, que va
a ser clave en toda la novela: «Entre
usted libremente y por su propia voluntad».
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