Sobre todo, debemos hablar de la porfiria eritropoyética congénita o enfermedad de Günther, que es producida por una anomalía genética y es hereditaria, que se ha conocido, de manera popular, como “enfermedad de los vampiros”. Pero, aunque es una enfermedad rara y muy llamativa, no sirve para poder explicar los casos, de tipo epidémico, que tuvo lugar de vampirismo, ya que es muy poco frecuente o es muy raro que se diagnostique. Dicha enfermedad se caracteriza, desde un punto de vista bioquímico, por una alteración genética de la actividad de la enzima, que se encarga de metabolizar las porfirinas, pigmentos que son precursores del grupo Hemo, que es un componente de la hemoglobina, que se va a encargar del transporte del oxígeno en la sangre y le da su típico color rojo. Esta enfermedad va a tener un resultado: una acumulación, de forma excesiva, en los tejidos de dichas sustancias, lo cual se va a manifestar, desde un punto clínico, a través de una serie de síntomas, signos y complicaciones, que van a coincidir con las características que diferenciaban a los vampiros, teniendo el folclore como base. Estas características son:
→ Gran fotosensibilidad: A través del depósito de porfirinas en la piel va a producir una hipersensibilidad a la luz de 400 o más nm de longitud de onda, lo que va a provocar un proceso de producción de peróxidos que, a llegar a liberarse el oxígeno atómico en los tejidos, va a provocar la destrucción de la célula.
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