Un
vampiro, según se indica en varias tradiciones o culturas, en
distintos países, es una criatura que se alimenta de la esencia
vital, que tienen los seres vivos (normalmente, aparece en forma de
la sangre) para poder mantenerse activo. Incluso, en algunas culturas
orientales y americanas aborígenes, el vampiro es un dios demoníaco
o un dios menor, que forma parte del panteón siniestro, que forma
parte de las mitologías. Mientras, en la cultura europea y
occidental, como en la mayor parte de la cultura mundial
contemporánea, el prototipo de lo que es un vampiro, que es más
popular, posee un origen eslavo: el de un ser humano que se ha
convertido, tras haber muerto, en un cadáver activo o en un
reviniente depredador, habido por chupar sangre.
La
presencia de los vampiros en el arte de la literatura ha abarcado un
campo literario, que está centrado al rededor de la figura del
vampiro y los elementos, que están asociados a los mismos, con
distintas variantes. Aunque, en la literatura, nos encontramos con
figuras y personajes vampíricos, con rasgos diversos, al cultura
oral y la literatura, desde bien antiguo, nos muestra lo siguiente:
la primera vez que encontramos el vampiro moderno es en las baladas
góticas del siglo XVIII, después, saltó al campo de la novela con
The Vampyre de Polidori (1819) y, después, se hizo muy popular como
figura de los relatos de terror.
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