Pero el paso de Vlad Tepes fue recordado durante generaciones. En esta época de su vida fue tan cruel que, por ejemplo, arrasó las ciudades de Amlas y Fagaras, a las que acusó por rebelión, mandando empalar a la gran mayoría de habitantes -o, sino, eran quemados o muertos en combate. Estas ciudades tardaron varias generaciones en recuperarse, quedando desiertas, incluso, en algunos casos, durante un siglo. Cuando Vlad firmó la paz con Transilvania, exigió que en estas tierras no se diera asilo a ningún enemigo y tenían que pagarle una alta tasa, como tributo -15.000-.
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