Parece
ser que la verdad sobre el mito del vampiro está muy lejos de lo que
nos ha mostrado la leyenda romántica. Así, ha podido quedar patente
en tierras búlgaras, dónde se ha encontrado una tumba de lo que se
cree que fue un “bebedor de sangre” ha revelado su vinculación
con otras costumbres paganas, de origen precristiano, de la zona de
los Balcanes. El descubrimiento, que tuvo lugar hace unos días, muy
cerca de un monasterio, que se construyó durante la Edad Media, en
la pequeña localidad de Sozopol, que se levantó a las orillas del
Mar Negro, que nos muestra a un hombre que había sido enterrado, con
un hierro clavado en el corazón, según ha explicado el director del
Museo Nacional de Historia, Bozhidar Dimitrov. El muerto, del que no
se sabe la identidad, el origen o el rango que tenía, en la sociedad
en la que vivía, tenía clavado en su pecho una pieza de un arado de
hierro. Este descubrimiento, que se ha datado, según los primeros
estudios, durante el siglo VIII o IX, ha revelado la costumbre pagana
que existía, en ese momento, entre los cristianos, de aquella época,
y que era atravesar el corazón, de algunas personas fallecidas, con
una hoja metálica, para que no volviesen de entre los muertos, para
evitar que se convirtieran en un vampiro.
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