Alrededor del mito del vampiro, nos encontramos con personajes que existieron, que no fueron una leyenda; pero, a causa de su forma de vida, del misterio que les rodeaba, han sido relacionados con la idea del vampiro, que tenemos en mente. Uno de ellos, por supuesto, fue Vlad Dracul.
Vlad III (que nació con el nombre de Vlad Draculea, en la localidad de Sighisoara, en noviembre de 1431 y falleció en Budapest, en el mes de diciembre, del año 1496) fue, en vida, el Príncipe de la región de Valaquia -que se encuentra, en la actualidad, en la zona sur de Rumania-, entre los años 1456 y 1462. Como figura, pasó a la historia, de su país, por ser un gran luchador contra el expansionismo otomano, que estaba amenazando su país y, también, al resto de Europa. También, era muy conocido por la forma que tenía de castigar a las personas que le traicionaron o a sus amigos. Aunque a posteriori se convirtió al catolicismo, nació bajo la religión ortodoxa. Vlad Draculea fue el personaje en el que el escritor irlandés, Bram Stoker, se inspiró, para poder crear al mítico personaje del vampiro Conde Drácula. Pero, hoy por hoy, Vlad Tepes es visto como un héroe nacional, dentro de la frontera de Rumania.
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