Alrededor de la figura de Vlad Tepes hay muchas cosas que son exageraciones, cosas que no fueron reales. Es verdad que su apodo de Tepes fue por su gusto por el empalamiento, una conocida técnica de tortura y ejecución, que estaba basada en introducir un palo, que medía, más o menos, 3,50 metros de longitud, por el recto, se fijaba a la carne con un clavo y, tras todo esto, se levantaba a la víctima, para que muriese, de una manera muy lenta. Se ha calculado que, de esta menara, han podido morir entre 40.000 y 100.000 personas, o entre otro tipo de torturas, a manos de los hombres que formaban parte del ejército del Empalador, durante los distintos años que durante sus respectivos reinados: enemigos, personas que le habían traicionado, delincuentes de cualquier clase, Vlad se caracterizaba por odiar, más sobre cualquier cosa en el mundo, los robos, el adulterio, que se mintiera, y no perdonaba a nadie que lo hiciera, sin tener en cuenta su rango -incluso, cuando más alto era el rango de la persona que cometía el error, más duro iba a ser el castigo-. En aquella época, logró terminar con los boyardos, que estaban en una situación de decadencia, en aquella época.
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