El vampiro, desde el siglo XIX, es un icono de la literatura de ficción, en todo el mundo. Pero, sigue formando parte de las crónicas de los periódicos y de las leyendas urbanas, más actuales. Así, uno de los casos más conocidos en Estados Unidos, en los últimos años, que forma parte del folclore de Nueva Inglaterra, que está completamente ajustado a los cánones sobre el mito, es el suceso que tuvo lugar con Mercy Brown, que murió a los 19 años, a causa de una tuberculosis, en la localidad de Exeter, en Rhode Island, y cuya exhumación, que tuvo lugar en 1892, fue llevada a cabo por el miedo de que se convirtiera en un vampiro. Pero, también, a lo largo del siglo XX, en Inglaterra, nos encontramos con el caso del vampiro del cementerio de Highgate, que se encuentra en el suburbio de Londres, que durante la década de los años sesenta, fue el escenario de una leyenda urbana, que decía que había un vampiro, que parecía un fantasma, que provocó algunas víctimas, antes de que fuera destruido por la intervención de unos autodenominados como “cazadores de vampiros”, que llegaron a organizar una cacería durante la noche del 13 de marzo de 1970. Esa noche decenas de ocultistas y curiosos fueron al cementerio, para buscar al supuesto chupasangre.
En algunas zonas del África postcolonial y ya en el siglo XXI, habían rumores sobre vampiros, cuyas leyendas venían unidas a la existencia de colonos, representantes de organismos europeos, misioneros... que fueron adaptados a la época moderna, pues se llegaba a hablar de vehículos automotores, que iban pintados en color rojo, que empleaban para poder raptar a sus víctimas y usaban jeringas, para poder extraerles la sangre.
Foto: fuente
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