sábado, 31 de marzo de 2012

Gilles de Rais (IX)


Desde ese momento, en su corte se empezaron a reunir brujas, alquimistas, nigromantes... Al final, cayó en manos de un embaucador, Prelati, quien le prometió que sus arcas se iban a llenar de dinero, gracias a las artes de la magia negra. Le creía siempre que le decía que había visto al demonio -al que Gilles temía- y, entre los dos, tenían una relación homosexual. En una visita del delfín, Luis IX; por orden del rey Carlos V, los hornos y las acciones atroces que realizaban, tuvieron que destruirse, ya que el rey condenaba la alquimia. Las palabras de uno de los familiares de Gilles de Rais, dejaban clara la situación:  «Es imposible que el mariscal salga bien de sus empresas no ofrece al demonio la sangre y los miembros de niños llevados a la muerte. Porque su lectura habitual la constituyen los más ardientes poemas de Ovidio y el relato que hace Suetonio de los criminales sacrificios que exige el rey del infierno. ¿Qué le importa el sacrificio de vidas humanas si adquiere a ese precio el poderío que codicia?». Por otro lado, el propio Gilles mataba a niños, sólo para su placer y disfrute personal, para lo cual sus servidores tenían que buscar por los pueblos, niños y adolescentes, a los que prometían que se iban a convertir en pajes en los castillos del señor de Rais, cada vez en lugares más lejanos, prometiendo a sus familiares un futuro muy prometedor. Sus familiares jamás recibían noticias sobre los niños.
Foto: fuente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario