domingo, 5 de febrero de 2012

Algunas prácticas para no convertirse en vampiro


A lo largo de las distintas culturas, que creen en el mito del vampiro, nos encontramos con una serie de ritos tradicionales, para poder lograr que un muerto se convierta en un vampiro. Entre los celtas, por ejemplo, se entierra el cadáver, con el cuerpo cabeza abajo; pero, también, era habitual colocar hoces o guadañas, en lugares cerca de la tumba del muerto, para, así, de esta manera, evitar que los demonios pudieran poseer el cuerpo o para poder apaciguar las ansías del muerto y que no se pueda levantar de su propio ataúd. Con la misma idea, los tracios y búlgaros antiguos solían amputar las extremidades, o cortar los talones y tendones de las rodillas o, incluso, perforaban otras partes del cuerpo, para evitar que el muerto pueda moverse. En la zona de Rodas o en la isla de Quíos (en Grecia) se solía poner una cruz de cera entre los labios del propio cadaver, así como una pieza, realizada en cerámica, donde se puede leer la inscripción “Jesucristo conquista” para poder evitar que este se convierta en vampiro o en vrykolakas. En la zona de Europa Oriental, era muy habitual que se introdujera un diente de ajo en la boca e, incluso, dentro de los nueve orificios del cuerpo del muerto. También, se podía atravesar el corazón con la ayuda de un objeto cortopunzantes, antes de llevar a cabo la inhumación del cuerpo. Como vemos, en distintas regiones se llevan a cabo diversos rituales, para poder evitar que el muerto acabe siendo un demonio.
Foto: fuente

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