Estos seres se deben tener bajo control ya que, si muerde a otra persona, la acabara convirtiendo en otro muerto viviente, como es él. Los únicos que pueden acabar con ellos, a través de hechizos, son los monjes “taoístas”. En las diversas iconografías, que nos podemos encontrar, se caracterizan por llevar atuendos funerarios, típicos de la Dinastía Qing, Según una historia de los Jiang Shui, en la tradición folclórica del “cadáver viviente”, los miembros de una familia, que no tienen recursos para poder pagar las tarifas de este importante viaje, debían contratar a los sacerdotes taoístas para que llevar a cabo el transporte de los cadáveres de los amigos/familiares, hasta el hogar, si habían muerto lejos de casa. Los monjes taoístas sólo podían transportar los cadáveres, durante la noche, y debían tocar las campanas, para poder pasar por las ciudades o por los pueblos, por los que debían pasar, ya que se consideraba que daba mala suerte ver a un Jiang Shui. Esta práctica era muy popular en Xiangxi, donde muchas personas dejaban sus casas y se iban a trabajar a otro lugar. Algunas personas consideraban que dicha leyenda fue creada por contrabandistas, que buscaban disfrazar su verdadera actividad y, de esta manera, se reían de las distintas autoridades.
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