Este demonio femenino, que aparece en la mitología de los antiguos países mesopotámicos, tiene distintos nombres. Lamashtu - Lamastu- o Labartu -que son nombres acadios- o Dimme -en la mitología sinea-. Era un demonio de una fuerte naturaleza maligna y, por ello, muy temido por estas culturas. Su representación es un cuerpo peludo, una cabeza de leona -en algunas ocasiones, de pájaro con orejas y dientes de burro, unos dedos largos, con las uñas también largas- y patas de pájaro con unas afiladas garras. En ocasiones, lo encontramos montando un burro y portando, en el pecho derecho, a un perro y, en el izquierdo, a un cerdo. Y, al mismo tiempo, sostiene unas serpientes -en algunas ocasiones, bicéfalas-, con ambas manos. Dichos demonios se alimentaban de niños, en edad lactante, a los que secuestraban, mientras dormían sus progenitores, para comer su carne y beber su sangre, por eso se considera una figura prematura de la del vampiro. También, era causante de abortos que era capaz de provocar si tocaba siete veces el vientre de la madre embarazada. Y, también, de que los niños murieran en sus cunas. En algunas ocasiones, también devoraba a las madres y a los hombres. El único ser capaz de pararle los pies, era su consorte Pazuzu -por eso las madres protegían a sus hijos, con amuletos que llevaran la imagen del mismo. En los textos de Labartu se decía de ella: “Allá donde venga, allá donde aparezca, trae el mal y la destrucción. Hombres, bestias, árboles, ríos, caminos, edificios, a todos trae perjuicios. Es un monstruo sediento de sangre y hambriento de carne fresca.
lunes, 18 de octubre de 2010
Lamashtu
Este demonio femenino, que aparece en la mitología de los antiguos países mesopotámicos, tiene distintos nombres. Lamashtu - Lamastu- o Labartu -que son nombres acadios- o Dimme -en la mitología sinea-. Era un demonio de una fuerte naturaleza maligna y, por ello, muy temido por estas culturas. Su representación es un cuerpo peludo, una cabeza de leona -en algunas ocasiones, de pájaro con orejas y dientes de burro, unos dedos largos, con las uñas también largas- y patas de pájaro con unas afiladas garras. En ocasiones, lo encontramos montando un burro y portando, en el pecho derecho, a un perro y, en el izquierdo, a un cerdo. Y, al mismo tiempo, sostiene unas serpientes -en algunas ocasiones, bicéfalas-, con ambas manos. Dichos demonios se alimentaban de niños, en edad lactante, a los que secuestraban, mientras dormían sus progenitores, para comer su carne y beber su sangre, por eso se considera una figura prematura de la del vampiro. También, era causante de abortos que era capaz de provocar si tocaba siete veces el vientre de la madre embarazada. Y, también, de que los niños murieran en sus cunas. En algunas ocasiones, también devoraba a las madres y a los hombres. El único ser capaz de pararle los pies, era su consorte Pazuzu -por eso las madres protegían a sus hijos, con amuletos que llevaran la imagen del mismo. En los textos de Labartu se decía de ella: “Allá donde venga, allá donde aparezca, trae el mal y la destrucción. Hombres, bestias, árboles, ríos, caminos, edificios, a todos trae perjuicios. Es un monstruo sediento de sangre y hambriento de carne fresca.
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